jueves, 26 de septiembre de 2013

No sabemos nada...

"No sabemos nada", me dice muchas veces sabiamente mi amiga Raquel después de un año loco y raro.
Qué gran verdad, pensamos que sabemos, y decimos "esto no puede ser así" o " esto no lo haré nunca" y es que no se puede decir nada. Porque nada sabemos o al menos, nada sé yo. Vaciarse de conceptos, de ideas, de prejuicios, de dogmas, de esquemas. Hay que vaciarse de todo para acogerlo todo. Acoger todo con amor.


" El alma que anda en amor, no cansa ni se cansa", decía San Juan de la cruz. Si Somos (con mayúsculas) y dejamos Ser, nos amamos a nosotros mismos y a los demás, dejamos que todo sea, sin manipularlo, confiamos en que todo es como debe ser.

¿Qué es bueno o qué es malo?  Eso son etiquetas que pongo constantemente como si yo supiera qué es lo mejor para mí, pero lo que pienso que puede ser bueno, quizás a la larga no sea tan bueno y viceversa, ¿no os ha pasado eso nunca?
Por eso, si andamos en amor, desde el Ser, conectados con nosotros y con este instante,  no nos equivocamos.
Ya que siento que no sé nada, últimamente me siento como una niña que aunque no entiende nada, confía en el abrigo de sus padres. Así me siento yo ahora con la vida. No entiendo nada, no sé nada y por eso me vacío de todas mis ideas, que son sólo de mi cabeza.

Vaciarse, Vivir y Ser Uno con cada instante, sin intentar manipular las cosas a nuestro antojo, confiar en que la vida es más sabia que nosotros y que, bueno, no sabemos nada. ¿O alguna vez nos imaginamos que estaríamos donde estamos ahora?

miércoles, 27 de febrero de 2013

¿te amas a tí mismo de verdad?


Quisiera compartir este precioso texto, que no son sólo palabras...A veces no nos queremos enfrentar a nuestra realidad. No pongamos excusas. Os invito a leerlo y trabajarlo intensamente:



"Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!

No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas."