jueves, 27 de enero de 2011

relaciones familiares

Ayer me encontré con dos buenas amigas. Cada una por su cuenta me habló de su relación con sus padres y hermanos. Y eso es algo de lo casi todos cojeamos. Es decir, parece que nuestra relación con ellos debe ser de una manera concreta, que existe un documento no escrito  en el que aparece que nuestros padres deben ser de cierta manera o que la relación con un hermano debe ser o que deben comportarse de aquella u otra forma. Y es que si algo aprendí de Teresa M. es que no debe ser de ninguna manera.

No debe ser de ninguna manera.

Es la relación que es. ¿Y por qué pedir? Yo también tengo padres y hermanos y muchas veces no se comportan como yo quisiera pero eso es mi problema, no el suyo. Y ellos pensaran seguro lo mismo de mí. Cada uno es como es y lo hace lo mejor que puede.
Esto no quiere decir que no les digamos nuestra opinión sobre ciertas cosas, pero siempre desde el amor.

Si nos comportamos desde el amor, no nos equivocamos. Me refiero por supuesto al amor verdadero, el que sale del corazón, el incondicional. No vale el amor de "te quiero si eres de tal o cual forma o si te comportas según mis expectativas" eso no es amor, sino condición.

Por eso, lo más importante es  pillarnos a nosotros mismos pensando que este o el otro ha hecho o dicho esto o no lo ha dicho o hecho como nosotros queríamos. Si sabemos perdonar a los demás, podremos perdonarnos también a nosotros mismos.
Como dice Mario Alonso Puig: " todo ser humano es tierra sagrada, incluso cuando no está en su mejor momento"

1 comentario:

  1. Siendo tan profunda y al mismo tiempo tan sencilla la reflexión que haces, llama la atención la manera que tenemos los humanos de complicarnos nuestra existencia con las relaciones familiares dificultándonos nuestra vida de adultos con bloqueos, sentimientos de culpabilidad, celos, envidias...
    Un saludito.
    Mariló

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